Llegamos el día 31 de agosto de 2009 a las 17:00 al aeropuerto Marco Polo, y desde allí después de retirar las maletas, nos desplazamos en autocar, hasta el barco que estaba atracado en el puerto veneciano, situado nada más cruzar el puente, y justo a la entrada de la ciudad de Venecia, por lo que aún no habíamos podido admirar la ciudad.
Siempre habíamos leído, que Venecia “es una ciudad que asombra”. Una ciudad que nació del agua, sobre más de cien islotes, cuando los Venetti se refugiaron de las tropas comandas por Atila. También, hemos leído, que “la llegada a esta ciudad hay que cuidarla con esmero”, y hay que intentar hacerlo por mar, como en su día hizo Marco Polo al regresar de su viaje al imperio Mongol; como lo hacía Casanova, uno de los venecianos más famosos, cuando regresaba de sus fiestas por Europa y, como durante siglos intentaron hacerlo los turcos. O como lo hacían todas las personas que llegaban a Venecia, hasta que se construyó el puente que lo une con tierra firme.
Pero nuestro primer contacto con Venecia, y siguiendo los consejos anteriormente expuestos, fue en barco , al anochecer. Ya que desde el lugar del puerto en que se encontraba atracado el buque Empress, tomamos un barco y navegamos por el Canal Giudecca, al Bacino de San Marcos, allí donde desemboca el Gran Canal, para atracar en el inicio del Canal de San Marcos.