A continuación os llevamos a un paseo tranquilo por la primera de la quintas que os comentamos en el post o artículo: Cuatro quintas de recreo aristocráticas de la zona este de la ciudad de Madrid, convertidas en parques públicos para el disfrute de estos jardines históricos. Hemos decidido que sea la primera, ya que es la que más cerca se encuentra desde el centro de la ciudad y además, por ser la única que realmente estaba dentro de aquel pequeño Madrid del siglo XVII, y a partir de esta, nos iremos alejando hacia el Este de la ciudad, en busca del resto de quintas o villas suburbanas de Madrid.
Se encuentra en la loma de una de las muchas colinas que forman la ciudad de Madrid, hasta lo que fuera la orilla derecha del arroyo del Abroñigal en la zona llana de la finca, que la separaba de las tierras del municipio de Vicálvaro que se encontraban en la otra orilla. Y ahora se encuentra entre los límites del Distrito de Salamanca, con el Distrito de Ciudad Lineal, separados por la Avd. de la Paz, Calle 30 o M-30, que cubre lo que en su día fue el Arroyo del Abroñigal en esta zona.
ALGO DE HISTORIA
Las tierras fueron compradas a distintos propietarios a mediados del siglo XVII por Bernardino Fernández de Velasco (Duque de Frías, Conde de Haro y Condestable de Castilla), formando la Quinta de Miraflores, también conocida con de Quinta de Frías o Huerta del Condestable.
Según relatan, esta Quinta de Miraflores contaba con casas, así como con buenas y cantidad de agua de cuatro fuentes, que empleaban para el regadío de la huerta, de los jardines, de los frutales, de las viñas, y también de estanques, así como palomar.
Pero, en diciembre de 1630, lo adquiere Felipe IV, donde quiso realizar uno de los denominados "Reales sitios". Pero en 1640, fue cedida a los monjes benedictinos castellanos expulsados del monasterio de Monserrat, y a partir de ese momento, paso por distintos propietarios y hasta distintos usos.
Pasa por distintos propietarios y propietarias, así como distintas modificaciones, y proyectos, hasta que por decreto el 31 de julio de 1941 es declarado "Jardín Histórico Artístico", y esta bella quinta entra en decadencia forzada por sus propietarios, por lo que en 1948 es adquirido por el Ayuntamiento de Madrid, siendo Alcalde de Madrid (1952-1965) José María de la Blanca Finat y Escrivá de Romaní (Conde de Mayalde), que realizó acondicionamiento de los jardines, la restauración del palacete donde se instaló el Museo Arqueológico Municipal, que se abrió al público en 1954. Y donde el agua siempre ha jugando un papel muy importante a lo largo de su recorrido desde la Fuente del Barro, hasta los estanques de la zona llana.
En la siguiente imagen, se puede ver esta zona llana, que la actualidad limita con la M-30 (Ver paneles del fondo) y enfrente las casas del Distrito de Ciudad Lineal - Barrio de la Elipa, que en su día eran las tierras de Vicálvaro
En los alrededores de este palacete, o sobre el, es fácil encontrar a llamativos pavos reales, y como curiosidad, tras esa zona acristalada, que en sus inicios era un gran porche, hay una gran cristalera, donde la parte femenina de este blog, estuvo un tiempo recibiendo clases de dibujo y pintura, disfrutando con las vistas a través de los cristales de esos pavos, que se asomaban a ver quienes estaban encerrados tras los cristales.
Si entráis por esta puerta, os encontraréis en la parte más elevada del parque, que podemos decir lo componen tres grandes terrazas donde encontramos los distintos ambientes de este jardín histórico, y lo aconsejable es caminar por los distintos senderos, para ir descubriendo los distintos ambientes que forman este parque en pendiente.
En esta zona baja, a la izquierda, nos encontramos con la gran cascada, que aporta sus aguas al estanque, fluyendo entre la vegetación y sus paredes de roca. Esta cascada, la verdad que impresiona, y está situada en la pendiente entre la zona media de la Quinta y la zona llana o baja.
Y aunque en la base de este monumento hay agua, os proponemos volver a la zona tras la cascada y localizar el recorrido del agua, caminando sobre el camino de adoquines de granito, como si lo hicierais sobre el "camino de baldosas amarillas del Mago de Oz", que discurre junto a la pequeña ría, admirando todo los que os rodea.
Paso a paso sobre ese camino de adoquines, y viendo distintos recovecos, así como un pequeño salto de agua, llegamos al Estanque de los patos, donde cuando están estos animales, siempre veremos niños pegados a sus rejas admirándolos.
Ya queda poco recorrido, pues caminando en dirección oeste, nos encontramos con un pequeño pilón junto a un muro, donde se retiene el agua antes de llegar a este estanque, y tras subir unos escalones, vemos una plazoleta o plazuela, con una fuente en su centro, y junto a ella la fachada norte del palacete, con su juego de escaleras y balconadas, así como una antigua gruta bajo el palacete, decorada con llamativos azulejos sevillanos.
Nos giramos, y acercamos a la puerta, donde a través de sus rejas, se vislumbra la Fuente del Berro, que aun encontrándose fuera del recinto, es la que le da nombra a esta Quinta,
El paseo por la Quinta de la Fuente del Berro, la damos por terminada en esta puerta, ya que, de la Fuente del Berro propiamente dicho, os hablaremos en otra entrada en el blog, para no hacer más larga esta.
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