En Madrid, había unos niños, que nacieron alrededor de los años sesenta del pasado siglo, y ahora de adultos, les ha hecho mucha ilusión el haber visto las puertas abiertas de esta finca palaciega y agrícola de Madrid conocida como Quinta de Torre Arias, aunque ha tenido varios a lo largo de su historia. Y es que desde pequeños, cuando por delante de sus puestas aún pasaba el tranvía por los adoquines de la carretera de Aragón (luego Av. de Aragón), ya fuera subidos en en ese tranvía hacia Canillejas, en autobús hacia Barajas, en coche, siempre les llamaba la atención esa altas puertas de hierro forjado, junto a la casa de peones camineros, que solo les dejaba ver un gran paseo de tierra, una bonita casa de ladrillo rojo y un gran pino. Y sus padres les contaban la historia de los habitantes de esta quinta, como con anterioridad había hecho con los de El Capricho. La carretera, con el paso del tiempo se convirtió en calle de Alcalá, pero las puertas del número 551 continuaban cerradas.
Esos niños, fueron creciendo y un buen día se enteraron que esa finca, pasaría a ser propiedad del Ayuntamiento de Madrid, y disfrute de sus ciudadanos, mediante un acuerdo firmado por los propietarios y el entonces alcalde D. Enrique Tierno Galvan. Siempre esperaron pacientemente que esas puertas se abrieran para conocer su interior. Lo que nunca podrían esperar, es que tras el fallecimiento de su última propietaria Dña. Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno y Seebacher (VIII Condesa de Torre Arias fallecida el 1 de octubre de 2012) y con anterioridad el de sus marido D. Julio Peláez de Avedaño (Ingeniero de Ciencias Físicas que fallecido en 2003), y dado que habían firmado el 30 de julio de 1986 el convenio por el que donaba la finca tras el fallecimiento de ambos al Ayuntamiento de Madrid, cuya posesión se formalizo el 19 de junio de 2013, y que de no remediarse pudiera haber caido en manos privadas para construir una universidad.