Después de dejar atras, al atardecer, la ISLA DE SANTORINI, llegamos a las 8 horas, al puerto de Rodas. Si, ese puerto donde desde de pequeños, en las enciclopédias nos enseñaron imágenes, donde se veía a un gigante, un coloso que dejaba pasar entre sus piernas a grandes barcos, y nuestra imaginación infantil corría rapidamente imaginámdonoslo aún más grande, de lo que en realidad tuvo que ser.
Lo primero que hicimos, fue subir a cubierta para recrearnos con la vista desde esa altura, del maravilloso color azulado del mar y del cielo; de la exuberante vegegtación comparada con Santorini; y por supuesto, apreciar la bella ciudad amurallada, donde nos llamó la atención, la variedad de estilos arquitectónicos, que demuestran, la mezcla de civilizaciones. Pero aparte de la muralla perimetral, el edificio que más destaca, es sin duda el Palacio del Gran Maestre.