La celebración del Día del Padre, es una de esas celebraciones agridulces. Sí, por no decir algo tristes, ya que siempre, nos acordamos de nuestros padres, que hace años ya no están con nosotros, y de nuestras madres, que también faltan, siendo además el santo de una de ellas. Pero a la vez, felices de ver a nuestros hijos con nosotros, alrededor de la mesa celebrando esta fiesta familiar, con cariño y sinceridad.
Y para colofón de esta comida en familia, que este año fue distinta por varios motivos. Decidimos hacer una tarta sin gluten, con los ingredientes que más gustan en casa: chocolate y nata. Y el resultado ha sido muy satisfactorio.