El olor, la textura, el sabor de los churros, es algo que nos viene desde nuestra infancia, y nos trae recuerdo a desayuno familiar de domingo, con esa leche cocida, con su nata, y algún que otro día chocolate. Y es que uno de nuestros abuelos, los domingos, se levantaba pronto, para acercarse a la churrería del barrio, y traer enlazados con una rama de junco, esos exquisitos churros recién hechos, y algunas porras que también gustaban en la familia.
Esos sabores, esas texturas… tras el diagnóstico de enfermedad celíaca, y tener que llevar de por vida una dieta sin gluten, pasaron a ser una parte más de nuestros recuerdos gastronómicos, de esas cosas que ya no podíamos comer. Pero eso, como muchas otras cosas para los celíacos, han cambiando, aunque aún falta mucho camino por recorrer para la normalización del Colectivo Celiaco.